El objeto del trabajo es investigar sobre : ¿Cuáles son los valores que la masonería enseña o transmite y cómo son llevados al núcleo familiar de cada una de las QQ.´.HH.´.?
Para lo cual se plantea las siguientes interrogantes:
a) ¿Cómo se trasmiten los valores masónicos en el entorno familiar ?
b) Determinar ¿qué valores de la francmasonería son los más transmitidos?
c) ¿Qué valores pensamos que deben estar presentes dentro de la familia masona uruguaya?
d) ¿Cuáles son las estrategias metodológicas de trasmisión de los valores?
El resultado de la investigación se dará a conocer a través de este sitio web, en el mes de Noviembre del presente año.
La redacción del sitio web de Famaf, celebra la iniciativa, e invita a las mujeres masonas a responder estas interrogantes en nuestro correo de contacto :
MARCO DE REFERENCIA EN QUE SE SUSTENTA LA
INVESTIGACIÓN
La masonería tiene por objeto la investigación de la verdad, el estudio de la moral y la práctica de la solidaridad; trabajar por el mejoramiento ético, moral, espiritual y material, así como por el perfeccionamiento intelectual y social de la humanidad haciendo extensivos a todos los hombres los lazos fraternales que unen a los masones de todo el mundo.
Como escuela de formación del ciudadano se le enseña a sus miembros a vivir honradamente, obedecer las leyes de su país, practicar la justicia, amar a sus semejantes y trabajar incesantemente por el bienestar de la humanidad.
Exalta la virtud de la tolerancia y rechaza toda afirmación dogmática y todo fanatismo. Aleja de sus Templos las discusiones de política partidista o de religión.
Trata de hacer de un ser humano bueno, un ser humano mejor. Sustenta los postulados de Libertad, Igualdad y Fraternidad y, en consecuencia, propugna la justicia social y combate los privilegios y la intolerancia. Estos valores y/o principios inspiradores de la Masonería, no son normas concretas, de derechos o de obligaciones específicas, se podría resumir como los principios sustentadores de la realización del ideal masónico, que se dice es la construcción del Templo de Salomón, o en lenguaje profano la conformación de un mundo, que bajo los auspicios del Gran Arquitecto del Universo, configura al ser humano como un ser pleno de dignidad, sin más ataduras que la razón, en un mundo compuesto por personas libres e iguales, unidas en la fraternidad. Estos valores superiores entonces son: La Libertad, la Justicia, la Igualdad, la Tolerancia y la Fraternidad.
La Francmasonería es, en esencia y por antonomasia, una institución iniciática. Hay que entender que la iniciación tiende a provocar un cambio profundo en la vida moral y existencial de los iniciados. Esta transformación pretende transformar al ser humano corriente, promedio, en un ser nuevo, digno y selecto. Para ello se vale de la muerte iniciática con el sentido de una conversión, muerte a una vida sin reflexión, sin examen, para dar paso a una nueva vida de reflexión ética, de práctica de la virtud y de conquista de la sabiduría, que es ese anhelo de perfección que cada cual le corresponde aceptar y realizar. Y que consiste en un cuestionarse a sí mismo porque se tendrá el sentimiento de no ser lo que se debería ser.
La iniciación es un acto que consiste en pasar de un estado confuso de conciencia, mudable, tempestuoso y obscuro a otro de silencio, firmeza, paz y luminosidad. Esto significa que todas las cosas que parecen males a nuestros ojos, como la muerte, las enfermedades y la pobreza no son males, porque descubrimos que no hay más que un mal: la falta moral y, no hay más que un solo bien, un solo valor, la voluntad de hacer el bien, por cada uno de nosotros y por la humanidad, lo que supone que no nos negamos a examinar siempre rigurosamente nuestra manera de vivir, a fin de ver si siempre está dirigida e inspirada por este voluntad de hacer el bien.
Sin embargo vivir como masón o masona, es precisamente también reflexionar, razonar, conceptuar, de una manera rigurosa, es decir, “pensar por uno mismo”. La vida masónica es una búsqueda que jamás termina. Sin filosofía no se puede entender nada del mundo en que vivimos. Simplemente porque la práctica de la totalidad de nuestros pensamientos, de nuestras convicciones y también de nuestros valores se inscriben, sin que nosotros seamos conscientes en todo momento, en el marco de alguna de las grandes visiones del mundo elaboradas y estructuradas por el hilo que recorre la historia de las ideas. Por ejemplo: aprender a vivir, dejar de temer en vano los diversos rostros de la muerte o simplemente, aprender a superar la banalidad de la vida cotidiana, el aburrimiento y el tiempo que transcurre inexorablemente, éste fue el primer objetivo que se fijaron las escuelas filosóficas de la antigua Grecia.
El ser humano es mortal, vale decir, es un ser finito, limitado en el espacio y en el tiempo. Pero a diferencia de los animales, es el único ser que tiene conciencia de sus límites. Sabe que va a morir y que también morirán sus seres queridos. No puede evitar hacerse preguntas ante una “situación límite” que, a priori, resulta inquietante, por no decir absurda o insoportable. Es en este punto donde se diferencia un fracmasón de un creyente, pues éste último, encuentra fuera de él su salvación, le basta tener fe en un ser superior que finalmente lo salvará, en cambio, el francmasón descubre que él es un ser finito y es consciente de que su tiempo es limitado, de que lo irreparable no es una ilusión y reflexiona sobre lo que debe hacer en su corta vida.
Además percibe que para vivir bien, para vivir en libertad, para ser capaz de experimentar felicidad, generosidad y amor, debe en primer lugar vencer el temor, pues la angustia impide vivir bien, ser feliz y sentirse libre. Y si la religión calma la angustia convirtiendo muchas de sus creencias en una ilusión, se arriesga a hacerlo al precio de la libertad de pensamiento, que como masones y masonas sostenemos y luchamos por mantener. Porque siempre la religión en cierta medida exige que, en mayor o menor medida, y como contrapartida al sosiego que pretende procurar, se abandone la razón para hacer sitio a la fe, que se abandone el espíritu crítico para poder creer.
A modo de resumen, se puede pensar que el bienestar no es el único ideal sobre la tierra, la libertad es otro de los ideales. Por otro lado, filosofar en lugar de creer supone, en el fondo preferir la lucidez al confort, la libertad a la fe.